viernes, 2 de abril de 2010

02-04-1982 - Malvinas - Opinión






Chovinismo, chicos, un borracho y un "valiente"

La Guerra de Malvinas, ante todo, es una herida abierta, que sangra cada año cuando se la recuerda.

Fue un manotazo de ahogado de la dictadura desprestigiada, porque estaban saliendo a la luz las atrocidades cometidas y el Imperialismo yankee le estaba soltando la mano ya que había hecho el “trabajo sucio necesario”, para perpetuarse en el poder apelando al chauvinismo.

Chauvinismo, vale recordar, que contó con la complicidad de los medios de comunicación afines a la dictadura, los partidos políticos patronales y la clase media que llenó plazas como si se tratara de un héroe patriótico el que arengaba desde el balcón de la Rosada en lugar de un sangriento borracho como lo era Galtieri.

Estos mismos que excitados por un pseudo patriotismo alentaban las decisiones de la dictadura son los mismos que recibieron con vergüenza y/o indiferencia a los chicos, esto sigue pasando aún hoy, que fueron a pelear en una guerra que no era de ellos.

Un párrafo se merece el “valiente” Ángel de la Muerte, el Capitán Alfredo Astiz, que con tanto arrojo se infiltró en las Madres de Plaza de Mayo para señalar a quien de estas mujeres había que matar; su valentía quedo en manifiesto cuando se entregó a los ingleses sin haber disparado un solo tiro, como lo muestra una de las fotografías de esta nota.

Si habría que representar la Guerra de Malvinas con una imagen esta debería ser la de un chico convertido (obligado) en soldado acurrucado en las gélidas islas, lleno de hambre, miedo y frío con la muerte acechándolo, sin esperanza y sin futuro junto al fantasma de la Patria llorando por las bestialidades y crueldades que se cometían en su nombre.

Osvaldo Rosembach.

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