sábado, 30 de octubre de 2010

El libro "copado" de la Semana XII - Hermann Hesse - Demian







Demian es con claridad, lo que en la historia de la literatura se denomina un Bildungsroman, una novela de formación, y ello porque su cometido es la narrada evolución espiritual de un adolescente recorriendo y atravesando los difíciles años de su crecimiento.

La novela está escrita en primera persona y el "yo" narrador es el del protagonista, Emil Sinclair, que se detiene en los pormenores del relato de su propia juventud. La cuestión de la polaridad, a la que ya hicimos referencia, se hará presente desde el comienzo. Así, Sinclair, aun siendo meramente un niño, afirmará haber vivido como en dos mundos separados. Con opuestas visiones de la vida que dilaceraban su alma. Por un lado estaba el mundo luminoso y claro del bien, y por el otro sentía vivir la oscuridad y el mal. Su anhelada pretensión era la de marchar de continuo cumpliendo con una vida ejemplar, signada por las ejemplares y transparentes imágenes de sus padres, pero no podía dejar de sentir el agitamiento -dentro de sí- de inclinaciones que lo apartaban de ese cosmos empujándolo a lo que, tal vez exageradamente, sentía como "perdición". Esa atracción hacia lo tenebroso, tal vez haya sido responsable de su acercamiento, hacia los diez años, a un muchacho llamado Kromer. Un jovenzuelo, más o menos como él en términos cronológicos, malvado, prepotente y algo "sádico" que busca someterlo bajo su voluntad. Sinclair se ve obligado a tener que soportar repetidos y atroces episodios de violencia moral y atropellos.

De naturaleza blanda y tímida el protagonista da a entender que su alma se hubiese corrompido para siempre si no hubiese llegado, aportado por la mano del destino, el más que inteligente, profundo y enigmático Demian, un compañero de escuela, que con su fuerza interior, su madurez, su firme apostura que lo hace aparecer como joven mayor, lo libera de inmediato del nefasto influjo de Kromer. El perverso y prepotente sometedor, tomará buena cuenta de la personalidad de hierro de Demian, y no habrá de molestarlo a Sinclair nunca más. Y es a partir de ese momento, en que sellada esta amistad con el amigo juvenil pero maduro a la vez, Sinclair inicia el camino del descubrimiento de un costado nuevo y algo misterioso de la vida, sobrecargado de nuevos símbolos, fascinante y terrible al mismo tiempo. Poco a poco, Emil se irá adentrando en el alma, en la vida, en la familia (sobre todo en la mágica figura de la madre, Eva, su ideal femenino en visiones y en la realidad).

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