miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los libros no muerden


"Leer ayuda a mi imaginación", afirmó Matías. "A mí me resulta aburrido", admitió Manuel. Los adolescentes y los libros tienen una relación especial: desde el amor incondicional hasta la indiferencia absoluta.

Vampiros que se enamoran, magos en otra dimensión, aventuras fantásticas que atrapan a unos; novelas policiales, de amor y de "gente real" que seducen a otros. En el medio, un bombardeo constante de imágenes, de tecnología y de comunicaciones online. Ese parece ser el escenario de una lucha en la que los contendientes son, por un lado, los estantes de libros y, por otro, las computadoras.
La mayoría de los especialistas asegura que leer libros está en pleno retroceso no sólo entre los jóvenes sino también entre las masas adultas. Pero es interesante saber qué leen aquellos que leen, por qué no leen los que no leen y qué demandan los adolescentes de hoy a la hora de regodearse con la lectura.
"No me gusta leer, y no leo, salvo lo que me dan en el colegio, después no me llama la atención, prefiero estar en la computadora o hacer otra cosa", dice Ezequiel (14 años) mientras hojea un libro con muchas páginas repleto de texto, y pícaro -entre risas- agrega: "Mirá, ni una foto".
Ezequiel, junto a Manuel (15), cursan el octavo año en la E.P.E.T., y para ambos ingresar a una librería a curiosear libros no es algo habitual ni que les llame la atención, aunque reconocen que cuando encuentran un texto atractivo lo leen hasta el final.
"Por ahí cuando en la escuela nos dan libros policiales con historias bien reales, está bueno, pero no tengo la iniciativa de ir a buscar un libro por mi cuenta", señala Manuel.
Una recorrida por distintas librerías santarroseñas permite tener un panorama más amplio, y a contramano de lo que se piensa, la venta de libros para adolescentes no ha descendido y se mantiene en números interesantes.
"Siempre hay un listado de clásicos que son los que imponen los docentes, pero lo interesante es la demanda de lo que se denomina textos complementarios. Ahí la oferta es variada y atractiva, y es muy importante el rol del docente, de acuerdo a lo que recomienda", aseguró una de las encargadas de una librería céntrica.
En ese universo aparecen Roberto Arlt, Julio Verne, Ray Bradbury, Ana Frank, Albert Camus, el Martín Fierro, Laura Esquivel, Shakeaspeare, Herman Hesse, Edgar Allan Poe y varios más con temáticas tan variadas como ciencia ficción, novelas de amor, policiales, costumbristas o relatos fantásticos.
"A mí me gusta mucho leer, sobre todo las historias fantásticas, también policiales; no me gusta lo que habla de gente real. Cuando leí 'Crímenes de la luna llena' (de Kit Whitfield) me encantó y a partir de ahí empecé a leer mucho más. Cuando un libro me engancha puedo estar dos horas leyendo, pero si no me gusta lo dejo enseguida", revela Matías (18), que cursa en la escuela Polivalente.
Ese libro, una novela de intriga criminal donde los protagonistas son hombres lobo, está entre los preferidos junto a la saga de Crepúsculo (de Stephenie Meyer), la trilogía del sueco Stieg Larrson, las historias de Harry Potter (J. K. Rowling), Las Crónicas de Narnia (C. S. Lewis), El señor de los anillos, de Tolkien, mezclados con los éxitos televisivos como "Casi Angeles" y "Camp Rock".

¿Qué valoración le dan a un libro, creen que puede enriquecerlos en algo?
"Me parece que sí. Yo hago dibujos y un buen libro me puede ayudar a pensar cosas o crear personajes y situaciones. En ese caso es mejor que estar frente a la computadora, que te das cuenta que no te enriquece en nada, sólo es para pasar el rato", analizó Matías.
Como en cualquier cuestión de la vida cotidiana, el factor económico actúa como un determinante a la hora del consumo. Hoy, el promedio de un libro es de 55 pesos, y acceder al último de Larrson, por ejemplo, significa desembolsar 109 pesos.
"Por supuesto que para una familia que no tiene problemas económicos el acceso a un libro no representa un problema. Sin embargo influye mucho si al chico se lo incentiva o no a la lectura. Porque al tener dinero puede tener acceso a la última play, al último celular, o a una computadora de última generación, entonces su atención puede ir por ahí", apuntaron desde otro de los comercios dedicados al rubro.
En las distintas etapas, los chicos reciben una mayor o menor estimulación a la lectura. Desde bebés es habitual todo tipo de acercamientos al libro, pero cuando superan los diez años e ingresan en la preadolescencia muchos de ellos protagonizan una fuga en masa que resiente claramente el plantel estable de lectores.

"En mi casa hay libros, mi abuelo tiene cualquier cantidad, pero la verdad no me acerco, me resulta aburrido, y que yo sepa mis amigos tampoco leen demasiado, ya bastante tenemos con lo del colegio", argumentó Manuel.
Para muchos adultos la falta de lectura en los adolescentes es un grave problema. Es fácil escuchar generalizaciones como "los chicos no leen" o "están todo el día en la computadora" pero, como sucede con un estante bien provisto, hay de todo.
Si en la casa hay libros de interés para adolescentes, si los adultos leen habitualmente, si desde la escuela se incentiva a los alumnos a que lean, quizás es sólo cuestión de tiempo, de no insistir demasiado sino de sentarse a esperar. En algún momento aparecerán con un libro bajo el brazo a querer compartir algo que leyeron, algo que descubrieron, que les interesó, o un autor nuevo. ¿Es tan imposible?

Fuente: Diario La Arena (Santa Rosa)

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